REFLEXIONES DEL SOCIO LAUREADO DEL REAL ZARAGOZA NUMERO 86, DESDE SU LOCALIDAD DE LA ROMAREDA.
NI CONTIGO, NI SIN TI, TIENEN MIS MALES REMEDIO.
La silla número 51 de la tribuna de preferencia de La Romareda, se está convirtiendo para mi el cadalso de la SILLA ELÉCTRICA.
Empiezo con una pregunta que nos estamos haciendo bastantes socios o abonados, como ahora nos llaman:
¿SE LE ESTÁ CAYENDO EL EQUIPO, EN PICADO, COMO LE PASÓ LA TEMPORADA ANTERIOR A ESCRIBÁ?
Dijo, el otro día, Víctor, que el partido de hoy era un partido para disfrutar. Solamente lo habrán hecho los masoquistas y no creo que hubieran demasiados que padecieran esa aberración sexual en el estadio.
El planteamiento ha sido insufrible
Me explicaré: No se puede colocar en el centro del campo, sólo a dos jugadores: Al inoperante y lento Moya y a un jugador que ha estado los 90 minutos en el campo, solo por si tenía que tirar alguna falta o penalty y el que ha tirado lo ha picado. Me refiero a Aketxe, un veterano, desechado por el Eibar por estar ya en el ocaso. Francho ha sufrido mucho ante la oleada de centrocampistas contrarios que se le venía encima. Si a este grave fallo añadimos una defensa con dos centrales totalmente rebasables, y una delantera que ni siquiera conocía el olor a badana del balón, se comprende, que en la primera parte el Racing nos pasara por encima.
Afortunadamente, en la segunda parte, los visitantes se quedaron pronto con 10 jugadores, y el equipo, a duras penas, empató el partido. La sufrida afición empezó a soñar con un triunfo, pero se quedó en el sueño de una noche de «otoño». Porque el mermado rival sacó fuerzas de flaqueza y marcó el gol de la victoria, ante la desesperación de la sufrida y criminalizada afición y el escepticismo de los inoperantes jugadores de la perfumada casaca blanca.
El fallo del penalty, por parte del tal Aketxe, en el último minuto del descuento, ya fue el culmen de la desesperación y maldición final que nos dejó a todos en un estado catatónico.
La historia de la temporada pasada se vuelve a repetir como en un disco rallado.
Llevo más de 50 años como socio, pero tengo que confesar que ya no es cuestión de edades. Llevamos 12 años, los aficionados zaragocistas SUFRIENDO COMO PERROS.
Quizás, mañana piense otra cosa, pero ya me estoy replanteando que ir al fútbol no es salir de la trinchera e ir a jugarse el pecho y la dignidad a bayoneta calada.
YA VALE.