Los principales indicadores de salud global del clima empeoraron en 2024: la temperatura media global superó por primera vez los 1,5 ºC, con el año más caluroso de los últimos 175 años, y la emisión de gases de efecto invernadero alcanzó los mayores niveles de la historia de España y la Unión Europea deben perseguir la neutralidad climática en los objetivos de emisiones a 2040, actualmente en negociación. Todavía es posible evitar los peores escenarios de la crisis climática, pero es urgente escuchar a la ciencia y actuar con rapidez y decisión
La salud global del clima no deja de empeorar y evitar las peores consecuencias solo será posible con una acción climática urgente y ambiciosa. Con motivo del Día Mundial del Clima, el próximo 26 de marzo, Greenpeace exige a España y la Unión Europea que lideren la ambición climática mundial comprometiéndose a cero emisiones netas en 2040. Pese a las buenas noticias como los beneficios de las últimas lluvias en los ecosistemas españoles, el panorama climático mundial sigue siendo preocupante. El agravamiento de indicadores climáticos, como la mayor temperatura media mundial de los últimos 175 años o las cifras récord de emisiones de gases de efecto invernadero, demuestran que estamos viviendo las consecuencias del cambio climático en forma de olas de calor, incendios o danas, entre otros, y que los riesgos podrían aumentar en el futuro.
Los datos indican además que la tendencia negativa se sigue acelerando. Greenpeace insta a los Gobiernos a escuchar a la ciudadanía: según todas las encuestas, más del 75 % de la población demanda mayor acción climática a sus gobernantes: “Ante este panorama que puede resultar descorazonador, necesitamos optimismo y compromiso con el planeta que habitamos. La ciencia indica que no estamos actuando de acuerdo con la rapidez y decisión que exige la situación crítica en la que nos encontramos.
Por eso, exigimos a España y la Unión Europea que lideren la ambición climática y aseguren el objetivo de cero emisiones netas en 2040, actualmente en negociación. Somos de las regiones que más hemos contribuido históricamente a esta crisis climática, pero también tenemos mejores condiciones que otras zonas para dejar de usar combustibles fósiles y liderar una transición ecológica justa para todas las personas”, ha señalado Pedro Zorrilla Miras, responsable de la campaña de Cambio climático en Greenpeace. La Organización Meteorológica Mundial alertaba en su último informe de los récords climáticos que sigue alcanzando el planeta. Un ejemplo es la temperatura media global, que superó en 2024 los 1,5 ºC por encima de la era preindustrial.
Las emisiones de gases de efecto invernadero también registraron cifras récord el año pasado, produciendo la concentración de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso más alta de los últimos 800.000 años. Detrás de estas ingentes emisiones se encuentran el uso de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas), la deforestación y las emisiones del sistema agroalimentario.
Según la Agencia Internacional de la Energía, Iejos de reducirse, las emisiones globales siguen creciendo: las derivadas del uso de combustibles fósiles en 2024 alcanzaron un nuevo máximo de 37.8 Gt CO2, un 0.8 % más que en 2023. Aunque las energías renovables cubrieron más de un tercio (38 %) del crecimiento de la demanda energética mundial, diez puntos más que el gas fósil, todavía no han llegado a superar al crecimiento del total de los combustibles fósiles, que cubrieron un 54 % del crecimiento de la demanda. “Aunque la industria fósil se empeñe en hacernos creer lo contrario, la ciencia demuestra que la reducción de emisiones y la adaptación sostenible al cambio climático tendrán consecuencias positivas para la población y el planeta: reducirán la factura energética, mejorarán nuestra salud, harán más habitables nuestros entornos urbanos y rebajarán el coste de los desplazamientos”, ha asegurado Zorrilla Miras.
Los fondos necesarios para la acción climática existen y debe asumirlos la industria fósil, principal causante de esta crisis. Greenpeace exige a los Gobiernos que sean las corporaciones fósiles y no la población quienes asuman la factura climática, económica y para la salud que están provocando con su actividad.